miércoles, 13 de abril de 2016

RECOBRANDO EL PARAÍSO; Juan Gustavo Cobo Borda.



La fatiga de los cuerpos
y su leve sueño cómplice
luego de haber trabajado
arduamente su dicha

La dulce confianza
de quien deja atrás 
toda crispación
y se entrega a este juego
vago y somnoliento,
la errante caricia de un niño
antes de dormir.

Quien ha bebido tu semen
y acariciado tu ano
se ha ido ahora
en medio de la paz obtenida.
Duerme sobrecogiéndote
con la simple certeza
de su estar ahí.

Uñas roja de una mano
que te desvelara para siempre
siendo exigente y piadosa a la vez.

Vello negro sobre una piel más clara:
la vieja herida del sexo
pide ser cicatrizada
de nuevo

La sombra de la Ley es la Culpa
pero la oscura tibieza
entre tus nalgas y tus muslos
se llama Paraíso.

Allí la lengua 
recobra un sabor antiguo.
Húmeda de dicha,
algo animal la arrulla
con balbuceante saliva.

Sagrado es 
quien venera
lo mal llamado sucio
con tan devota lentitud.

Su agua bondadosa
te renueva
y una elástica alegría
borra cuanto te ha afligido.

Deslízate, en consecuencia
adentro de ese otro cuerpo
y fluye con él.

El deseo clarividente
te ha conducido
hacia quien aguarda 
con brazos aun más firmes
que la desidia de los hombres
en medio de este planeta estropeado.

Compartiendo un sueño
el olvido benévolo
nos concede su indulto:
el paraíso está aquí.