jueves, 13 de septiembre de 2012

DEBERES DEL POETA; Juán Gustavo Cobo Borda




Comprobar el nacimiento del asombro
Medir el ascenso de la sangre
a través de una piel
que se entibia con sólo mirarla.
No tenerle miedo a la palabra ternura.
Estos podrían ser algunos.

Otros:
Ver a kilómetros de distancia
una pequeña mujer
que le enseña a su hijo
poemas de Rubén Darío.
Tararear
con la más profunda convicción,
melodías sin sentido.
Asomarse al abismo
y advertir cómo esos ojos
se repliegan luego en la dicha.

Constatar
los vertiginosos cambios en los sentimientos
la presurosa carrera de todo hacia el olvido
el inhóspito desierto de los días carentes de fibra.

O si no, enronquecer de júbilo.
Bendecir al mundo.
Jugar para que el hombre no se pudra.

Podría también callar
de modo definitivo y profundo.




JEFE DE SECCIÓN; Guillaume Apollinaire



Mi boca tendrá los ardores de la llama
Mi boca será para tí un infierno de seducción y dulzura
Los ángeles de mi boca tendrán su trono en tu corazón
Los soldados de mi boca te tomarán de asalto
Los sacerdotes de mi boca incensarán tu belleza
Tu alma se agitará como una región durante un terremoto
Tus ojos se hallarán entonces cargados de todo
  El amor que se ha atesorado en las miradas
  de la humanidad desde su orígen
Mi boca será un ejército contra tí, un ejército desigual
Variado como un mago que sabe multiplicar sus metamorfósis
La orquesta y los coros de mi boca te dirán mi amor
Mi boca te murmurará desde lejos
Mientras que con los ojos fijos sobre el reloj espero
El minuto prescrito para el asalto.