martes, 31 de enero de 2017

ORACIÓN; Juan Gustavo Cobo Borda



Tu piel
la sabiduría de tu piel
recóndita frescura
la enfermedad de tu piel
antídoto
resurrección húmeda
las palabras de tu piel
desconocida
tu piel esbelta
estricta piel
las cicatrices
y el llanto de tu piel
el espejismo de tu piel
desvelada tortura
la piedad generosa
de tu piel
sensible
los nervios de tu piel
hasta decir no más
hasta llenar el cuarto
invadir la ciudad
cubrir todo cuanto
miro
       veo
toco.

POEMA DE LA PROFUNDA DESPEDIDA; Hector Rojas Herazo



Por última vez 
toma el íntimo fuego de mis manos
y el brillo de mis ojos en tu cuerpo.
No olvides la manera que teníamos
de andar entre los seres
y  de mirar el agua y las palomas.
No olvides el color de los almendros
ni el ojo de las bestias
ni el brocal de los ojos conocidos.
Por última vez
toma esta torre y esta tarde amada
que se irán con tu sangre para siempre.
Toma el sabor maduro de los frutos
y el color de mi piel y de mi traje.
Por última vez 
contempla la estatura de mi cuerpo,
la forma de mis labios
y el beso de mi voz en tus cabellos.
Por última vez
bebe el sonido transparente y vago
del cielo entre los árboles inmensos.
Y recuerda la lluvia y los caminos
cuando éramos los dos una mirada
repetida en la niebla por el viento.
No olvides las palabras detenidas
como pájaros ciegos y vencidos
ni el latido profundo de mis venas
al dejar nuestras huellas en la arena.
Recuerda la frescura de los cántaros
a la hora del azahar y de los besos.
No olvides las estrellas
miradas por los dos bajo la bruma.
No olvides mi manera
de ser feliz ante los hechos simples:
de tirar piedrecillas en el agua
de cantar en la yerba
o de mirar el vuelo de las nubes
en el húmedo cielo de tus ojos.
Ahora sabrás esta costumbre mía 
de regalarte cosas fugitivas:
el aroma de un huerto, la mañana
durmiendo sobre un lirio estremecido,
una palabra vaga
o una espiga sin sabia ni sentido.
Por última vez
toma el dolor de este silencio mío,
toma la olaridad de mi agonía;
mira el muro de yedra envejecida, 
el patio solitario
y esta breve colina donde flota
el herido temblor de mi pañuelo.
Escucha siempre este secreto llanto
que resbala sin rumbo por mis huesos.
Toma mi soledad y mi dulzura
y viaja con mi nombre hasta la muerte.