jueves, 25 de junio de 2015

BOCAS DE LUZ; Juan Manuel Roca.


¡Y si la muerte fuera un cartero repartiendo
  su negra tarjeta de visita en cada casa!
¡Y si fuéramos el eco de un fantasma
  Cuyo rostro su borrará como el dibujo de un
     niño bajo el agua!
¡Y si habitáramos el mapa de Cómala
   Trazado por Rulfo con un tizón sobre el agua!

Mientras pasamos una a una las páginas del 
  libro de Cómala,
Algo nos dice que estamos vivos en la gran
   colmena de la noche:
El corazón como una aldaba en la puerta del pecho.
Nadie pregunte quién llega. Quién parte.

SOBRE LAS VENTAJAS DE SOÑAR; Gioconda belli.


Soñar no cuesta nada.
Contrario a cuanto ejercicio hoy se nos recomienda
no requiere de zapatos, ni ropa adecuada.
No nos pide sudar ni quemar calorías.
Ni calcular el posible daño o provecho
para nuestra salud.
No es tampoco un habito
cuya repetición pueda conducirnos a cáncer de pulmón
o de cualquier parte del cuerpo.

Soñar no daña la ecología,
ni atenta contra la capa de ozono.
No aumenta el colesterol,
ni fomenta la crueldad contra los animales.
Soñar no afecta los reflejos,
ni causa daños congénitos.
No es dañino para las mujeres embarazadas,
ni inhibe la lactancia materna.
Soñar es un deporte barato.
No requiere de equipo sofisticado,
ni de constante ni agotador entrenamiento.

No se puede decir
que no conduce riesgos al corazón.
Sin embargo, hasta el momento,
no se ha encontrado base científica para
contraindicar los sueños,
aunque los argumentos en favor de su extinción
se fabrican a diario.

Yo sostengo que soñar continua siendo una práctica subversiva,
con una deliciosa, pero lícita, peligrosidad;
un habito difícil de erradicar,
cuya ternura y perseverancia
sigue teniendo la innata capacidad de conmover
y abrir ranuras, por pequeñas que sean,
en corazas bien armadas y hasta impenetrables.

Si quiere practicar una actividad de bajo costo,
bajo riesgo, y sin ninguna susceptibilidad a las altas y bajas
del mercado
le aconsejo soñar, 
y no permitir que nadie lo convenza
de que no sigue usted siendo dueño, al menos
del inmenso poder de su imaginación.