martes, 5 de septiembre de 2023

MANUAL PARA CONDUCIR ; Gioconda Belli

Para surcar mi cuerpo sobre iluminadas autopistas, despójate de medidas de seguridad y avanza cuan largo eres sobre mí.

En la piel de este territorio no hay más límite de velocidad que la destreza de aferrar el volante sobre las curvas más densas del camino.

Con los faros abiertos y encendidos habrás de recorrerme como una ciudad extendida de barrios ensimismados; descubrir tras puertas y ventanas el perfume de jardines ocultos.

Lo mismo te asaltará el aroma de las huelenoche que las plantas carnívoras te arrastrarán hasta que aúlles suplicante.

A vos, amo de los carburadores relucientes, yo te enseñaré a desear el agreste terreno de los cauces y el abismo donde despeñar todos tus artificiosos instrumentos de navegación.

En el placer de infinitas revoluciones por minuto, de nada te servirán los frenos; los engranajes. Es mejor que te rindas de antemano cuando cruces hipnótico las avenidas anchas y quietas donde vagan sueltas las fieras salvajes de mi ciudad encendida.

Descalzo y desnudo ambularás los rascacielos de papel y las sombras solitarias que se esconden bajo los puentes de mi espalda. Vagarás indefenso por las esquinas ignotas de mis rodillas.

Creo que te advertí que en mi ciudad no hay candados y los zoológicos se abren de par en par al atardecer. Un cuerpo de mujer es también un acertijo siniestro donde puedes estallar. Podrías sucumbir antes de ascender la última colina y caer de bruces en el ombligo.

Las posibilidades son innumerables.

Sin embargo enuncio mi promesa: Si te atreves autonauta sobre mis iluminadas autopistas, aun cuando me lo implores no temas, no te lo concederé.

Hombre. Hombrecito mío. Te doy mi palabra. No te mataré.