miércoles, 28 de julio de 2010

HOMBRE QUE MIRA A UNA MUCHACHA; Mario Benedetti.

Para que nunca haya malentendidos
para que nada se interponga
voy a expilcarte lo que mi amor convoca
tus ojos que se caen de desconcierto
y otras veces se alzan penetrantes y tibios
tienen tanta importancia que yo mismo me asombro
tus lindas manos mágicas
que te expresan a veces mejor que las palabras
tan importantes son que no oso tocarlas
y si un día las toco es solamente
para retrasmitirte ciertas claves
tu cuerpo pendular
que duda en recibirse o entregarse
y es tan joven que enseña a pesar tuyo
es un dato del cual me faltan datos
y sin embargo ayudo a conocerlo
tus labios prestos en el entusiasmo
que dibuja palabras y promete promesas
son en tu imagen para mí los héroes
y son tambien el ángel enemigo
en mi amor estás toda o casi toda
me faltan cifras pero las calculo
me faltan indicios pero los descubro
sin embargo en mi amor hay otras cosas
por ejemplo los sueños con que muevo la tierra
la pobre lucha que libré y libramos
los buenos odios esos que ennoblecen
el diálogo constante con mi gente
la pregunta punzante que me hicieron
las respuestas veraces que no di
en mi amor hay también corajes varios
y un miedo que a menudo los resume
hay hombres como yo que miran tras las rejas
a una muchacha que podrias ser vos

A LA QUE ES DEMASIADO ALEGRE; Charles Baudelaire.




Tu cabeza, tu gesto, tu aire


como un bello paisaje, son bellos;


juguetea en tu cara la risa


cual fresco viento en claro cielo.




El triste paseante al que rozas


se deslumbra por la lozanía


que brota como un resplandor


de tus espaldas y brazos.




El restallante colorido


del que salpicas tus tocados


hace pensar a los poetas


en un vivo ballet de flores.




Tus locos trajes son emblema


de tu espíritu abigarrado;


loca que me has enloquecido


tanto te odio como te amo.




Frecuentemente en el jardín


por donde arrastro mi atonía


como una ironía he sentido


que el sol desgarraba mi pecho;




y el verdor y la primavera


tanto hirieron mi corazón,


que castigue sobre una flor


la osadía de la Naturaleza.




Así, yo quisiera una noche,


cuando la hora del placer llega,


trepar sin ruido, como un cobarde,


a los tesoros que te adornan




a fin de castigar tu carne,


de magullar tu seno absuelto


y abrir a tu atónito flanco


una larga y profunda herida




Y ¡vertiginosa dulzura!


a través de esos nuevos labios,


más deslumbrantes y más bellos,


mi veneno inocularte, hermana.

EL VENENO; Charles Baudelaire




Revestir sabe el vino los más sórdidos antros


de un milagroso lujo,


y hace surgir más de un pórtico fabuloso


entre el oro de su rojo vapor,


como el sol que se pone en un cielo nublado.




Agranda el opio aquello que no tolera límites,


lo ilimitado alarga,


el tiempo profundiza, los deleites ahonda,


y de placer triste y oscuro,


anega y colma al alma rebosada.




Mas todo eso no vale el veneno que fluye


de tus ojos, de tus verdes ojos,


lagos donde mi alma tiembla y se ve invertida...


Llegan mis sueños en tropel,


para abrevar en esos dos abismos amargos.




Mas todo eso no vale el prodigio terrible


de tu mordiente saliva,


que sume en el olvido a mi alma impenitente


y, el vértigo arrastrando,


la trae desfallecida a orillas de la muerte.