jueves, 18 de julio de 2013

CONJURO; Juan Gustavo Cobo Borda

Me gustaría saber
a qué sabes.
Olerte en en lo oscuro
Imaginarte con el tacto.
Inventar juntos
Un ritual muy antiguo,
lento, exasperarte, minucioso.

Aprender una lengua
sin origen conocido.
Gutural y dulce 
en la que el pudor más profundo
sea la obscenidad más pura.
Y concluir un pacto 
donde los nervios cesen,
ningún ojo
horade nuestro refugio
y sólo la cascada nos bendiga
mientras te descubro
mientras me olvido
sumergido en tu ritmo.

POEMA DE AMOR 13 ; Dario Jaramillo Agudelo

Primero está la soledad.
En las entrañas y el centro del alma:
esta es la esencia, el dato básico, la única certeza,
que solamente tu respiración te acompaña,
que siempre bailarás con tu sombra,
que esa tiniebla eres tú.
Tu corazón, ese fruto perplejo, no tiene que 
agriarse con tu tino solitario,
déjalo esperar sin esperanza
que el amor es un regalo que algún día llega
por sí solo.
Pero primero esta la soledad
y tú estas con tu pecado original
            -contigo mismo- .
Acaso una noche, a las nueve,
aparece  el amor y todo estalla y algo se 
       ilumina dentro de ti, 
y te vuelves otro, menos amargo, más
                                         dichoso;
pero no olvides, especialmente entonces,
cuando llegue el amor y te calcine,
que primero y siempre está tu soledad
y luego nada
y después, si ha de llegar, está el amor.

LACERÍA; Juana de Ibarbourou



No codicies mi boca, mi boca es de ceniza,
y es un hueco sonido de campanas mi risa.

No me oprimas las manos. Son de polvo mis manos
y al estrecharlas tocas comida de gusanos.

No trences mis cabellos. Mis cabellos son tierra
con la que han de nutrirse las plantas de la tierra.

No acaricies mis senos. Son de greda los senos
que te empeñas en ver como lirios morenos.

¿Y aún me quieres, amado? ¿Y aún mi cuerpo pretendes?

¿Aún codicias, amado, la carne mentirosa
que es ceniza y se cubre de apariencias de rosa?

Bien, ¡tómame! ¡oh, lacería!
¡Polvo que busca al polvo sin sentir su miseria!

ELLOS SON PODEROSOS; William Ospina



No digas que tienes sed, porque te darán un vaso con tu sangre.
No digas que tienes hambre, porque te servirán tus dedos cortados.
No digas que tienes sueño, porque te coserán con hilo los parpados.
No digas que amas a alguien, porque te traerán su corazón putrefacto.
No digas que quieres al mundo, porque multiplicarán los incendios.
No digas que buscas a Dios, porque te llenarán de brasas la boca.
No digas que es bello el rocío que dulcemente cubre los campos, porque en cada gota celeste
 inocularán pestilencia.