miércoles, 28 de julio de 2010

A LA QUE ES DEMASIADO ALEGRE; Charles Baudelaire.




Tu cabeza, tu gesto, tu aire


como un bello paisaje, son bellos;


juguetea en tu cara la risa


cual fresco viento en claro cielo.




El triste paseante al que rozas


se deslumbra por la lozanía


que brota como un resplandor


de tus espaldas y brazos.




El restallante colorido


del que salpicas tus tocados


hace pensar a los poetas


en un vivo ballet de flores.




Tus locos trajes son emblema


de tu espíritu abigarrado;


loca que me has enloquecido


tanto te odio como te amo.




Frecuentemente en el jardín


por donde arrastro mi atonía


como una ironía he sentido


que el sol desgarraba mi pecho;




y el verdor y la primavera


tanto hirieron mi corazón,


que castigue sobre una flor


la osadía de la Naturaleza.




Así, yo quisiera una noche,


cuando la hora del placer llega,


trepar sin ruido, como un cobarde,


a los tesoros que te adornan




a fin de castigar tu carne,


de magullar tu seno absuelto


y abrir a tu atónito flanco


una larga y profunda herida




Y ¡vertiginosa dulzura!


a través de esos nuevos labios,


más deslumbrantes y más bellos,


mi veneno inocularte, hermana.

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