martes, 23 de agosto de 2011

DUERMEVELA: Piedad Bonnett.













Antes de que lleguen los sueños donde espero soñarte

viene al galope

el oscuro tropel de los deseos.

Como musgo en la piedra

del olor de mi piel nace tu piel

y de mi pecho surge tu latido.

Conjura mi deseo tu cuerpo hecho de sombra

y en mi boca tu boca siembra un río.

La noche es hoy tan negra y silenciosa

como debió de ser esa otra noche

cuando el viento de dios aleteaba

sobre las olas y el mundo era caos.

Y mientras de mi ardor se alza tu carne

puedo sentir también

todo cuanto contiene mi cuerpo, el palpitante

mecanismo que algunos llaman vida:

la sangre que golpea,

el fuego de la médula, los sordos

procesos de mi rigido engranaje.

Todo allí lentamente se desgasta;

su marcha fatigada puedo oír esta noche,

el murmullo inocente de sus ritmos secretos.

Por un instante aún

el deseo persiste en ser deseo.

Pero la noche ahora es hueca como un cuenco

y el pálpito en mis sienes, su tic tac incesante

llama al miedo.

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