¡Nunca inulteís a la mujer caída¡
Nadie sabe qué peso la agobió,
ni cuántas luchas soporto en la vida
¡hasta que al fin cayó¡
¿Quién no ha visto mujeres sin aliento
asirse con afán a la virtud,
y revestir del vicio el duro viento
con serena actitud?
Gota de agua pendiendo de una rama
que el viento agita y hace estremecer;
¡perla que el cáliz de la flor derrama
y que es lodo al caer¡
Pero aún puede la gota peregrina
su perdida pureza recobrar,
y resurgir del polvo, cristalina
y ante la luz brillar.
Dejad amar a la mujer caída
dejad al polvo su vital calor,
porque todo recobra nueva vida
con la luz y el amor.
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