si aunque cierres mi oído he de escucharte,
si te he de hablar, aún con la boca inerte,
si aunque no tenga pies iré a buscarte;
e iré a abrazarte, si no tengo brazos,
mi corazón, y si háceslo pedazos,
entonces mi cerebro latirá,
y aún cuando me lo abrases,
tu porfía no te valdrá.
No te valdrá, porque la sangre mía te llevara.
Se puede sacrificar más por el antojo de amar...?
ResponderEliminar