
Hosco espíritu, otrora ávido de la lucha,
la Esperanza, que ayer atizaba tu ardor,
no te espolea ya más: tiendete sin reparo,
caballo cuyos cascos por doquier tropezaron.
Resignate, alma mía : duerme un sueño de bruto
¡Extenuado espíritu! Para ti, oh asechante,
no menos que la lucha, perdió gusto el amor.
¡Adios, sonoros cobres y suspiros de flauta!
¡No tenteís más placeres, a un corazón sombrío!
¡La primavera amada ha perdido su aroma!
Y me devora el Tiempo minuto tras minuto
como la inmensa nieve al ya rígido cuerpo;
contemplo desde lo alto la redondez del globo
y renuncio a buscar de una choza el abrigo.
Avalancha, ¿ pretendes llevarme en tu caída?
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