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Al sonar las doce, el péndulo
irónicamente invita
a considerar el uso
que hicimos del día ido:
-El día de hoy, fecha fatídica,
martes y trece, arrastramos,
a pesar de los saberes,
una existencia de herejes.
Hemos injuriado a Cristo,
¡el más firme de los dioses!
Y en torno, como parásitos,
de algún monstruo Creso,
para complacer al bruto,
digno vasallo del Diablo,
insultamos lo amado,
adulando a quien nos odia.
Tristes, serviles verdugos,
hemos despreciado al débil,
la tonteria con frente
de toro, enorme, acatado.
Con veneración inmensa
adoramos la Materia,
y de la putrefacción
la pálida luz se exalta.
Por último, para ahogar
el vértigo en el delirio,
nos, sacerdote del Verso,
cuya gloria es desplegar
las embriagueses más fúnebres,
hemos comido sin hambre
¡y hemos bebido sin sed!...
-¡Pronto apaguemos la lámpara,
para hundirnos en lo oscuro!
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