miércoles, 17 de marzo de 2010

SANTOS Y CRIMINALES; Eduardo Gómez



I

Diariamente alabo tu crueldad Señor

me empeño en ver la futura salud celestial en la

enfermedad

y predico resignación y goce en la quemadura de la

fiebre

y elogio las flores sangrantes de las llagas

como al oscuro camino para llegar al cielo.

Nos castigas generosamente ¡oh Señor!

y el hambre y la violencia nos recuerdan diariamente

a quién pertenecemos y para qué hemos nacido

preservándonos de la concupiscencia en la

abundancia de las cosas

y en el florecer de los cuerpos

y en los frívolos pecados del progreso.


Estamos dispuestos a intentar la esclavitud

para que tu reino mantenga su sombrío esplendor

a agotar nuestros cuerpos hasta el último aliento

para que tu ¡ oh poderoso! puedas consolar tu dominio.


Sin embargo somos débiles

y apenas podemos soportar la vista de tus rebaños y

tus huertos

sin que el hambre nos retuerza

y la belleza de tus criaturas sin que la lascivia nos

muerda

y el tesoro de tus templos sin que el rencor nos

estremezca

Por eso en la barbarie de tu ley se manifiesta ¡ oh Señor!

tu astuta sabiduría y tu prudencia.


II

Porque las niñas tísicas y los santos patriarcas

se azotan con cordeles y ramos de culebras

porque sus vientres arden y sus axilas azules

y sus noches son de nieve salpicada de sangre

amamos sus blancos lomos del beso y el azote

hambrientos

sus sólidos pechos puros para la quemadura del

cuchillo

y su avara dulzura y sus secretas madrigueras

y sus pequeños tesoros tenazmente escondidos

y sus tristes mazurcas en llanuras de hielo.

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