miércoles, 19 de mayo de 2010

SOL Y CARNE; Arthur Rimbaud.


¡Si volviera el tiempo, el tiempo que fue!

Porque el hombre ha terminado, el hombre

representó ya todos sus papeles.

En el gran día, fatigado de romper los ídolos,

resucitará, libre de todos sus dioses

y, como es del cielo, escrutará los cielos.

El ideal, el pensamianto invencible, eterno,

todo el dios que vive bajo su arcilla carnal

se alzará, se alzará, arderá bajo su frente.

Y cuando le veas sondear el inmenso horizonte,

vencedor de los viejos yugos, libre de todo miedo,

te acercarás a darle la santa redención.

Espléndida, radiante, del seno de los mares,

tú surgirás, derramando sobre el Universo

con sonrisa infinita el amor infinito;

el mundo vibrará como una inmensa lira

bajo el estremecimiento de un beso inmenso...


El mundo tiene ser de amor: tú la apaciguarás,

¡oh esplendor de la carne!, ¡oh esplendor ideal!

¡Oh renuevo de amor, triunfal aurora

en la que doblegando a sus pies los dioses y los héroes,

Eros cubierto con la nieve de las rosas

las mujeres y las flores sus bellos pies cerrados!

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